Detras de escena
El diseño me persiguió siempre, y yo lo busqué sin saber que lo estaba haciendo. Desde chica, mi camino fue una constante búsqueda de expresión: a través de lo manual, lo visual, lo emocional. Estudié publicidad y marketing, y más tarde diseño de interiores. Ahí todo cobró sentido. Entendí que cada paso que había dado tenía que ver con esto: con crear, con conectar, con transformar espacios en experiencias.
“Elige el trabajo que te apasione y no tendrás que trabajar ni un día de tu vida.”
Esa frase me representa. Porque para mí, diseñar no es una tarea: es una forma de estar en el mundo. Lo vivo con compromiso, alegría y una curiosidad que nunca se apaga.
No impongo mi estilo. Lo tengo, claro, pero lo uso como una herramienta flexible. Me gusta leer entre líneas, entender lo que cada persona necesita, lo que sueña, lo que le da paz. Soy buena descifrando a la gente, y eso me permite diseñar con empatía, con propósito. Porque para mí, diseñar no es solo decorar: es escuchar, interpretar y construir algo que realmente les haga sentido.
Porque al final del día, lo que me mueve es simple:
Diseñar con el corazón, para que cada espacio cuente una historia que valga la pena vivir.